Ha llegado la hora de levantar el campamento. Tras nueve días de cine bastante irrelevante y fallido, el festival de San Sebastián pondrá fin a su 63 edición con la entrega de premios durante la gala de clausura de esta noche. Mientras los periodistas rezan para que el palmarés presente cierta coherencia y realizan sus quinielas, probablemente equivocadas, la sección oficial ha echado el cierre con el musical London Road, del director Rufus Norris.
Los programadores no han querido sobresaltar al personal y, para mantener la tendencia, han propuesto como conclusión del certamen una película tan bienintencionada como aburrida y falta de imaginación. Basada en el aplaudido musical del mismo nombre, que a su vez se inspiraba en los asesinatos reales de cinco prostitutas en la ciudad de Ipswich, Norris presenta las reacciones de los vecinos de London Road mientras se investiga el caso. No faltan la cobertura mediática, la captura del sospechoso, el juicio y la recuperación de la comunidad. En el reparto, nombres conocidos como Olivia Colman y Tom Hardy, junto con intérpretes procedentes del teatro británico, incluidos Anita Dobson, Clare Burt y James Doherty.
Si bien el planteamiento puede hacer pensar en un musical original y diferente, el espectador encuentra una cinta carente de ideas que insiste una y otra vez en los mismos recursos. Los números musicales resultan fundamentales para determinar el éxito o fracaso de la propuesta y en London Road son rutinarios y escasamente elaborados, con los actores paseando por diferentes calles u observando desde sus hogares mientras, más que cantar, hablan al ritmo de la música.
Esa música, agradable al oído, pero fácil de olvidar por su escasa diferenciación, es tan convencional que, con la excepción del número en el juzgado a la espera del veredicto, no logra implicar al espectador en la función. Es verdad que se toman decisiones acertadas como hacer cantar a los periodistas mientras dan las noticias, pero se abusa tanto del hallazgo que termina por saturar. Al menos, las melodías están bien integradas en la historia. Lástima que esta sea tan pequeña y con un recorrido escaso en el que se reiteran los temores y desconfianzas de los vecinos durante el proceso policial y judicial. Poco más.
Los actores, por su parte, insuflan algo de vida a esta lánguida propuesta con dedicación y entusiasmo. Pero Tom Hardy, en su cameo, cantar, lo que se dice cantar, no canta. Aunque lo intente.
Quiniela por aquí, quiniela por allá
Mientras London Road trata de rellenar una jornada de escasa actividad en el festival, los cineastas de la competición esperan la llamada de la capital guipuzcoana para regresar a la alfombra roja esta noche. Aunque hay altas probabilidades de no acertar, aquí planteamos nuestra quiniela para el palmarés. No son necesariamente nuestras películas favoritas, sino las que creemos que ganarán. El alcance de nuestra equivocación lo conoceremos a partir de las 21:00 horas de este sábado.
Concha de Oro
El rey de La Habana (Agustí Villaronga)
Alternativa: Sparrows (Rúnar Rúnarsson)
Premio Especial del Jurado
Les démons (Philippe Lesage)
Alternativa: El apóstata (Federico Veiroj)
Concha de Plata al mejor director
Ben Wheatley, por High-Rise
Alternativa: Terence Davies por Sunset Song
Concha de Plata a la mejor actriz
Karin Viard, por 21 nuits avec Pattie
Alternativa: Ellen Page, por Freeheld
Concha de Plata al mejor actor
Ricardo Darín, por Truman
Alternativa: Vincent Lindon, por Les chevaliers blancs
Premio del Jurado al mejor guion
Sparrows
Alternativa: Truman
Premio del Jurado a la mejor fotografía
Sunset Song
Alternativa: Back to the North